sábado, 5 de julio de 2008

Hacinamiento en las carceles chilenas

Es difícil hablar de hacinamiento en las prisiones, por que en Chile no existen normas o estándares que regulen de manera precisa, las condiciones de vida que deberían tener los reclusos y la capacidad de los establecimientos penitenciarios. Lo que si se puede precisar, es el significado de este: “Aglomeración de un número de personas o animales, que se considera excesivo en un mismo lugar”, según la RAE. Esto nos ayuda a entender que pese a que no exista una norma que lo regule, esta aglomeración de personas en una misma celda existe, incluso más de lo que nos gustaría. El problema está en que, al aumentar la delincuencia, aumentan los reclusos y con ellos el hacinamiento. Hoy, sucede lo siguiente; durante el día, el número de reclusos por celda es dentro de todo normal, pero en las noches, muchos cumplen reclusión nocturna por lo que deben incluirse a celdas que ya están copadas en su capacidad. Otros que también se unen a las celdas, son aquellos que son recluidos por alrededor de 13 a 14 horas en un día, que también son incluidos de forma improvisada.

Amnistía Internacional, en un informe en el año 2006, destaca “el hacinamiento, la falta de asistencia médica, las condiciones sanitarias deficientes y las infraestructura inadecuadas”. Y como ejemplo, Aministía Internacional, habla de un riña en los que 30 reclusos salieron heridos por un sitio donde dormir. Además señala, que el pasado marzo, 120 presos se vieron obligados a pasar la noche a la intemperie.

Una de las cárceles que presenta una mayor sobrepoblación es el Centro de Detención Penitenciaria (ex Penitenciaría), que ha llegado a albergar 5.600 presos; que es doble de su capacidad. Pero, ¿Qué hacer? Existen dos soluciones a este problema de hacinamiento; aumentar la capacidad de las de las prisiones, mejorando la infraestructura o simplemente desminuir la población penal. Realmente, ninguna de las dos es factible. La segunda, no se considera siquiera, pero mejorar la infraestructura requiere de mucho dinero, que al parecer ni el estado ni privados pretende invertir.

Al mismo tiempo, tenemos el gran conflicto moral, que suscita cada vez que hablamos del bien estar de los reclusos ¿Se merecen realmente una mejor calidad de vida, una protección a sus derechos? Eso es a juicio de cada uno, creo. Considero que deberían ser respetados los derechos de cualquier ser humano, sin importar lo que hayan hecho, creo que todos nos merecemos una segunda oportunidad, y los reclusos merecen tener un espacio grato y cómodo donde dormir.